martes, 29 de septiembre de 2009

EL jinete oscuro




Solían llamarlo el jinete oscuro por su porte taciturno, sus ropas negras y su paso marcado.

Nunca supo si le desagradaba aquel sobrenombre. Lo que sí sabía era que no tenía dinero para comprar otros vestidos, que su color preferido era el negro y que su pie izquierdo estaba incompleto, por lo que parecía que -en vez de caminar- montaba un caballo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Alberto


La afición por las ventanas describe la importancia que para muchas personas tiene el acto de observar. Para Alberto, subir con su mamá a un autobús, ir hasta el último asiento y quedarse de pie, para por fin mirar por la ventana, es la travesía matutina que como resultado traerá una sonrisa.

Alberto no piensa ni sabe por qué su mamá le da un baño, le da de comer o lo lleva a la escuela. Nunca sabrá cuál es el tamaño de su corazón y mucho menos si el costo de la vida es elevado o no. Sus ojos abiertos y verduscos más esa sonrisa llena de sensibilidad y emoción son lo único que siente; puedes hablarle, llamarlo por su nombre, contarle que en casa tienes cinco clases distintas de autos de carreras, una bolsa de canicas o un robot que habla, y él te ignorará como si fueras solamente un pedacito de aire, una moléculas más que se gastó en el espacio, un ruido incómodo que hace se toque las orejas. No existes. Nadie existe.

Lo único real aquí son las ventanas y Alberto.