sábado, 25 de octubre de 2014

Fabiola

Se llama Fabiola, vive en El Cajón de Grecia. Tiene cuatro años y sabe contar hasta 70, "mire: 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13
1,15,16,20,24,27,29,32,12,60,61,62,63,64,79,70"

Si le dicen que si quiere un confite responde que no porque se la roban. Lleva un pañito húmedo para el calor y no la dejan quitarse el abrigo, me dijo que la abuelita le pega (cómo, me pregunto yo, si va dormida y no se ha dado cuenta de que hablamos). 

"¡Puchica!, que abran las ventanas... mucho calor".

Le pregunto qué es lo que más le gusta y dice que ver la Princesita Sofía en el canal que es un cuatro y un dos, ir a Alajuela y a San José, aunque sea más frío. Me explica cómo jugar en el celular que le prestaron, algo como una versión de Mario Bros en un Nokia de los viejos... y gana.

-¿Usted tiene hijos?
-No.
-¿Hijas? 
-Tampoco.
-Entonces vive sola.
“Si viviera con usted sería un paraíso”...

Anda de un asiento en otro. Me da miedo que se caiga. La abuela la manda a despertar al tío que va al lado opuesto en la otra ventana. Nos ve y se ríe. ç"Habla más que..."
Si supiera lo importante que es para mí.

Le recogen el pelo, le abrochan el abrigo y la alzan. Mientras van bajado las gradas con ella al hombro, me pega un grito:
-¿Dónde era que vivía usted?
-En Sarchí. 
-Un día voy a jugar a su casa.



martes, 22 de julio de 2014

Morir con estilo

Hoy se me acercó un señor a ofrecerme un plan de protección familiar. Al inicio pensé que era un tipo de seguro o algo similar, pero no; se trataba de una funeraria mediante la cual, sin prima y con cuotas de 5000 colones por mes, uno se asegura un entierrito caché, buena calidad y con todos los lujos. Me ofrecieron servicio de cremación, patologías, traslados a nivel nacional (por si me quiero enterrar allá en la playa, pensé) y servicio personalizado (ya para qué, si no lo podré disfrutar). Me vendía la idea con carrozas en color dorado, blancas y negras; servicio de flores en la iglesia y en la capilla, rotulación para que los malamansados en la calle no se tiren y esperen a que pase el muerto; agüita para la gente que va caminando, una promoción en cajas de peluche gris y café (si vieran la congoja al llegar a esa parte). 
Al final le dije al señor que no, que yo no era de la zona, pero él rápidamente me recordó lo de los traslados a nivel nacional, "llegamos donde necesite", me dijo. Por todo lado traté de zafarme, pero él insistía muchísimo (llegué a pensar que me quería muerta para poder usar uno de sus planes). Me dejó sus datos y una extraña hoja cuyo encabezado era "Celebramos 50 000 horas de servicio". ¡Quién diablos celebra con la muerte!
Aunque a veces vivir es complicado y tiene sus mates, ahora morirse es carísimo; bueno, si uno quiere morir con estilo.


La equilibrista
Erika Kuhn

martes, 3 de junio de 2014

VIP

El bus no es de los viejos; tiene asientos de tres y de dos, bastante incómodos. El teléfono suena, apenas y se oye entre tanta bulla que traen carajillos de colegio cuyo viaje en bus de regreso a la casa hace las del mejor "paseo con los compas esta semana". Yo fui así... joven, quiero decir, porque un bus nunca ha sido para gritar y molestar; no es el viaje con los compas: es el mío conmigo, las ventanas y la gente.
-¿Aló?
-¿Usted es la filóloga?
-Sí.
-Ya le paso a mi jefe.
El bus está tan empañado. El muchacho al lado lleva la música tan alta que me puedo poner a cantar.
-¿Alo? Es que vieras que tengo un caso. Un cliente no sabe bien cómo usar la palabra vip. Resulta que...
Hay mucha gente vip, creo yo, como la señora que se montó con un bastón y pudimos darle un campo, o la muchacha que se quedó dormida una vez en mi hombro y no la quise despertar... pensé que ella quería dormir... hay mucha gente vip y poco la vemos. Parece que nos encanta quedarnos con los "very idiot people". Yo sé que así no se dice, pero me funciona.
-Sí, es que se trata de personas a las que damos un trato especial... sí, personas... personas.