
Solían llamarlo el jinete oscuro por su porte taciturno, sus ropas negras y su paso marcado.
Nunca supo si le desagradaba aquel sobrenombre. Lo que sí sabía era que no tenía dinero para comprar otros vestidos, que su color preferido era el negro y que su pie izquierdo estaba incompleto, por lo que parecía que -en vez de caminar- montaba un caballo.