Al final le dije al señor que no, que yo no era de la zona, pero él rápidamente me recordó lo de los traslados a nivel nacional, "llegamos donde necesite", me dijo. Por todo lado traté de zafarme, pero él insistía muchísimo (llegué a pensar que me quería muerta para poder usar uno de sus planes). Me dejó sus datos y una extraña hoja cuyo encabezado era "Celebramos 50 000 horas de servicio". ¡Quién diablos celebra con la muerte!
Aunque a veces vivir es complicado y tiene sus mates, ahora morirse es carísimo; bueno, si uno quiere morir con estilo.
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La equilibrista Erika Kuhn |
1 comentario:
Hola, vengo a conocer tu blog. Espero seguir pasando. Te invito a que visites el mío, quizá te guste algo de lo que hay allá.
Saludos
Jacob.
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