Ahí estaba él: sentado en su silla de todos los días, vestido con una camiseta blanca cuyo mensaje ni siquiera entendía... "Everything has been thought of before but difficulty is to think of it again".
Veía la pantalla de su computadora absorto, desubicado.
"Nadie se toma nunca la molestia de hablarte con la verdad, entendelo. No sé por qué seguías pensando que detrás de las sonrisas de unos pocos había un pedacito de corazón o un mínimo de sinceridad", le decía su diminuta conciecia, aquel lugarcito que reconocía aún le sobrevivía a la estupidez humana.
Se preguntaba por qué nunca nadie le dijo que allí estaba el cielo o el sol... las hojas, las calles. "Puta, me duele. Me duele que la gente me mire como idiota, como si no mereciera la explicación sobre las cosas. A fin de cuentas vos esperás que quienes te aprecian te digan la verdad, te hagan salir de un error", decía.
Desde pequeño estuvo de acuerdo con aquellos que creyeron en que al llegar al horizonte todos caían por la orilla, hacia un abismo inexplicable. Ahora se sentía como un bruto, como si se desengañara de la forma más cruel.
Solía mirar hacia adentro y, ajeno, había creído siempre que la vida era cuadrada.
miércoles, 16 de junio de 2010
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